Planeación estratégica
El
maíz es el cereal de los pueblos y culturas del continente americano. Las más
antiguas civilizaciones de América –desde los olmecas y teotihuacanos en
Mesoamérica, hasta los incas y quechuas en la región andina de Sudamérica–
estuvieron acompañadas en su desarrollo por esta planta. Esta asociación entre
cultura y agricultura del maíz ha motivado a científicos y humanistas a
preguntarse: ¿cuál es el origen de este cereal? ¿cómo fue su evolución, una vez
que los diferentes grupos humanos lo adoptaron y cultivaron para su provecho?
Estas preguntas los han llevado a explorar el pasado y en la actualidad, junto
con el desarrollo científico y tecnológico, han podido descifrar varios de los
enigmas que rodean la domesticación de este cultivo. Aunque no se han resuelto
por completo todos los detalles que permitan explicar su origen y
domesticación, los científicos llegaron a un consenso: el ancestro directo del
maíz es el teocintle. Sin embargo, durante más de 70 años, antes de llegar a
esa conclusión se generó un riquísimo debate que contribuyó al avance del
conocimiento en muchas áreas del quehacer científico. Tan es así que algunos de
los más grandes científicos del siglo XX han sido estudiosos del maíz, de su
origen y su diversificación. Por ejemplo, en 1983 la investigadora
estadounidense Bárbara McClintock recibió el Premio Nobel en Fisiología por el
descubrimiento de los elementos genéticos móviles1 en los cromosomas del maíz.
Esta
situación pone en riesgo esas valiosas semillas porque los estudios e
investigaciones realizados durante años, desde diversas disciplinas científicas
y humanísticas, comprueban que el papel del campesino es importantísimo para la
conservación y diversificación del maíz.
Priorización de la problemática
Nadie
garantiza que el consumo de alimentos transgénicos sea seguro para la salud de
los consumidores en el mediano y largo plazos. Por el contrario, diversos
estudios de laboratorio muestran claramente que el consumo de transgénicos
presenta serios riesgos para la salud humana:
• La
alteración o inestabilidad de los genes puede llevar a la producción de nuevas
toxinas.
• La
nueva proteína producida por el gen externo puede provocar alergias.
•
Nuevos estudios sugieren que el consumo de transgé-nicos puede alterar la fertilidad
de los consumidores.
En
el caso de México, cuna del maíz, los transgénicos pueden producir impactos inesperados
e irreversibles en el ambiente, tales como la contaminación genética de
especies nativas o silvestres. De hecho, ya se han presentado diversos casos de
contaminación debido a la siembra ilegal, deliberada o accidental de maíces
transgénicos.
Además,
la siembra de plantas transgénicas implica un uso intensivo de agroquímicos y
un modelo estricto de monocultivo que afecta la fertilidad de los suelos y
reduce de manera irreversible la biodiversidad.
Cada
año, México importa de Estados Unidos más de 10 millones de toneladas de maíz,
contaminado con transgénicos, debido a que los cultivos convencionales fueron
desapareciendo en este país, en gran medida, como consecuencia de la
contaminación genética. Las autoridades mexicanas no hacen ningún tipo de
monitoreo ni tienen control sobre estos maíces transgénicos, por lo cual,
además de que se puede desviar para siembra y contaminar nuestros maíces nativos,
también es posible encontrarlos en muchos de los alimentos industrializados que
se venden en nuestro país.
En
el año 2009, el gobierno mexicano autorizó las primeras siembras experimentales
de maíz transgénico. Actualmente ha otorgado 161 permisos a las empresas de
transgénicos, situación que pone en riesgo de contaminación nuestros maíces
nativos, amenaza a campesinos y a consumidores, comprometiendo nuestra soberanía
alimentaria.
Además
de maíz transgénico, en México se están sembrando cientos de hectáreas de
algodón que han contaminado al algodón silvestre y miles de hectáreas de soya
transgénica provocando la contaminación de miel con polen transgénico. No
necesitamos más evidencias del riesgo que correrá nuestro maíz con la siembra
de maíz transgénico.
Al
dar estos permisos, las autoridades están ignorando el principio precautorio,
que obliga a detener la comercialización de productos potencialmente nocivos, hasta
que se haya demostrado plenamente su inocuidad, es decir, que no causan algún
daño.
Estrategias
El
verdadero reto es de los agricultores de
tomar decisiones en vincular a los consumidores y a los agricultores, que producen
desde hace siglos de manera sustentable, a través de canales de distribución
eficientes y justos. En esta perspectiva, la siembra comercial de maíz
transgénico representa la amenaza más grave para nuestro campo, dado que los organismos
transgénicos son totalmente incompatibles con la agricultura mexicana, porque
requieren un alto uso de químicos, parcelas gigantes, monocultivo, producción industrial,
imposibilidad de intercambiar, guardar o vender semillas por los propios
agricultores, y es imposible su coexistencia con nuestra gran diversidad de
semillas.
Propuestas
Cada
vez que adquirimos nuestros alimentos podemos incidir en el sistema económico
para alcanzar una mayor sustentabilidad, sin afectar nuestra economía:
Elige
los productos orgánicos y de comercio justo
Los
productos orgánicos respetan el ambiente en su proceso de elaboración y son más
sanos y seguros que los procesados de manera industrial. La certificación y denominación
de orgánicos reconocida internacionalmente prohíbe la utilización de transgénicos
-o derivados de éstos- en los productos de la agricultura y la ganadería. Los productos
de comercio justo permiten, además, combinar el cuidado del ambiente con un
verdadero empoderamiento de las comunidades campesinas a través de la
repartición equitativa de las ganancias y de la toma de decisiones. Prefiere
los tianguis, descarta los supermercados En la actualidad, podemos encontrar en
el tianguis una gran cantidad de productos locales y frescos vendidos directamente
por los productores. Además, el tianguis es un espacio público que no está controlado
por transnacionales, como ocurre con los supermercados.